lunes, 20 de mayo de 2013

"Movimientos sociales: la crisis, la calle y las políticas de Estado" [La Capital]



 

Del piquete a la urna


En una década, los piquetes pasaron de ser mayoritariamente contra el hambre y la desocupación a plantarse en las puertas de las fábricas por reclamos laborales, llegando incluso a ser la metodología utilizada en las protestas de las patronales agrarias.



En una década, los piquetes pasaron de ser mayoritariamente contra el hambre y la desocupación a plantarse en las puertas de las fábricas por reclamos laborales, llegando incluso a ser la metodología utilizada en las protestas de las patronales agrarias.


Por el camino quedaron las organizaciones piqueteras, nacidas hacia fines de los 90. Entre sus mayores exponentes estuvieron los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD). Pablo Solana es oriundo de Lanús, en el conurbano bonaerense, y participó de aquellos comienzos compartiendo trabajo territorial con Darío Santillán, uno de los asesinados en 2002 en Puente Pueyrredón, de quien tomó el nombre el Frente Popular formado en 2004 (FPDS), donde aún colabora.


Para Solana, los movimientos piqueteros fueron muy efectivos en los momentos de mayor confrontación con los poderes estatales, fundamentalmente durante los gobiernos de Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, pero debieron reacomodarse con el nuevo contexto político que planteó el kirchnerismo. “Si bien hay una continuidad económica se abre un tiempo político distinto”, rememoró.


Por eso entre 2002 y 2004 se produjeron divisiones en los MTD y una parte de ellos se perfiló “con un posicionamiento independiente del gobierno, favorable a algunos cambios pero también crítico a las continuidades que expresaba en lo económico y lo político”. Eso dio origen al FPDS.


El Frente supo referenciarse y crecer a nivel nacional como uno de los principales exponentes de lo que hoy se denomina “la nueva izquierda independiente”. Sin embargo, a fines de 2012 se anunció su división. Aunque el referente sostuvo que la crisis “fue más interna que política”. A pesar de ello, Solana destaca que en ambas fracciones se registró un pasaje de “una existencia más reivindicativa y de resistencia de los movimientos sociales hace una década, a una mayor vocación política integral”, aunque sin perder identidad de base. Señal de esto es la participación de una de ellas, el Movimiento 26 de Junio (M-26), en el Frente por la Ciudad Futura, organización que planea hacer su debut electoral en los próximos comicios locales.

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